jueves, 2 de junio de 2011

TEXTO SOBRE VIOLENCIA SIMBÓLICA Y ESTRUCTURAL DE GÉNERO

A menudo, recurrimos a los libros e Internet para encontrar información sobre ciertos temas. Éste fue mi caso cuando escribí sobre violencia simbólica de género en un post anterior. Sin embargo, no nos damos cuenta de el acceso a todo tipo de información que tenemos en la calle, entre nuestros/as amigos/as y conocidos/as. En el post sobre Sirenito, nombré a mi amiga Olatz; es ella quien me ha facilitado un documento que trata la violencia simbólica y estructural de género. El documento es de Maitena Monroy y es sobre un curso de autodefensa feminista para mujeres. El simple hecho de que un curso de autodefensa trate el tema de la violencia simbólica y estructural me ha resultado realmente interesante y, por eso, me gustaría compartir con vosotros/as el fragmento en el que habla sobre ello. 

NOTA: No sé qué tipo de licencia tiene el documento, por lo que no me parece adecuado colgarlo entero aquí. Si hay algún tipo de problema, es mi entera responsabilidad; por lo que, si tomáis este texto prestado, os agradecería que mencionarais a la autora. Gracias.

"Violencia simbólica:

Es aquella que se ejerce a través de los patrones culturales y de la imposición del género, con representaciones simbólicas de lo que es “ser” mujer y/u hombre. Debemos entender la interrelación de estas dos categorías, la una no se puede explicar sin la otra. Gracias a ella, las mujeres somos instruidas en el terror sexual, en el qué “hago” nos puede pasar si decidimos caminar solas por la vida, esto conlleva renuncias que nos podrían llevar a hablar de un “apartheid encubierto”, donde hay espacios y situaciones vetados para las mujeres. Esta amenaza no concretada, supone una coacción para los comportamientos y la libertad individual y colectiva de las mujeres. Entre los elementos que configuran el sentimiento de vulnerabilidad e indefensión de las mujeres, tenemos:

1- La no apropiación del cuerpo (el cuerpo femenino sigue viéndose como un objeto al que decorar para el disfrute masculino) y la falta de seguridad en los recursos del propio cuerpo. El cuerpo femenino construido desde la vulnerabilidad para facilitar la sumisión (representación del género en el cuerpo). La representación del cuerpo femenino fragmentado, cosificado, elemento imprescindible para poder utilizar violencia contra un ser humano. No se golpea a una mujer, sino a un objeto, una cosa deshumanizada.

2- La culpa y la vergüenza como elementos indisolubles que facilitan la percepción de que la violencia recibida es merecida y/o de alguna manera aceptable. Esta idea del “daño aceptable”, es una codificación constante de todos los sujetos adscritos a una categoría de inferioridad. Estos dos elementos contribuyen a la estigmatización de las mujeres que han sufrido violencia directa y son dos elementos que vuelven a las mujeres en victimarias y no en victimas que merecen de la solidaridad y del duelo social que exprese que la violencia contra las mujeres nos indigna a todas-os. 

Además, nos trasladan a otros conceptos como el de pureza, virginidad, honor (que es prestado, ya que el honor es cosa de los caballeros). Que ayudan a la vivencia de que la violencia sexual es lo peor que nos puede pasar y una vergüenza para la mujer que la sufre.

3- “El terror sexual”: Las mujeres somos instruidas en el terror, diferente del miedo, de que “algo” nos puede pasar si no tenemos el suficiente “cuidado”. Este terror, genera un “apartheid encubierto”, donde a las mujeres se les niega el derecho fundamental a la seguridad y al libre movimiento, además es un elemento coaccionador de los comportamientos y de la libertad de las mujeres haciéndolas responsables de lo que les pueda pasar y a la vez victimizándonos puesto que no se las dota de estrategias y recursos, salvo el dejar de hacer cosas, renunciar a espacios, coartar el libre disfrute del cuerpo y de la sexualidad, etc.

4-“Indefensión aprendida” de Seligman (1975). La indefensión es un estado sicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables, un acontecimiento es incontrolable cuando no podemos hacer nada para cambiarlo, cuando hagamos lo que hagamos siempre ocurrirá lo mismo.

5- La construcción de la dependencia emocional: Los hombres como autoridad, seguridad y como referente simbólico que define el mundo. La falta de autoridad y de criterio de las mujeres recogido en varias de nuestras frases que construyen el imaginario colectivo que define a las mujeres como seres incapaces de ser solventes racionalmente. P.e. : “Cuando una mujer dice no en realidad quiere decir si”.

“Con las mujeres nunca se sabe”, “Con las mujeres ya se sabe”. Por lo que necesitan de la figura masculina para poder SER.

Violencia estructural:

Es aquella que se ejerce a través de los roles sexistas y de la división sexual del trabajo, de la sociedad y todos los estamentos que la configuran. También a través de los valores sociales que refuerzan los mandatos hegemónicos de género. Históricamente, pero más enfatizado desde el desarrollo capitalista, las sociedades occidentales, se han establecido un modo de producción y una socialización de las personas a través de una división sexual (concreta) del trabajo, que orienta a las mujeres hacia el cuidado y la atención a los demás y a los hombres hacia la producción de bienes para el mercado. Además cuando un trabajo se feminiza pasa a tener menor valor y cuando un trabajo se masculiniza pasa a una revalorización, incluso se ve afectada la forma de nombrarlo, que se vuelve más técnica (p.e. en el caso de las azafatas (auxiliares), enfermeras (A.T.S), peluqueras (estilistas), etc.).

Debido a la división sexual del trabajo, actualmente, a las mujeres les corresponde un lugar con peor remuneración, una mayor flexibilidad laboral y una disminución del tiempo de ocio, ya que parte de su tiempo libre, no es tal, porque sigue estando destinado al cuidado y atención de las necesidades de las/os demás, sin que esto tenga un reconocimiento ni prestigio social puesto que las mujeres cuidan por naturaleza y lo que es natural no cuesta y por tanto no tiene valor.

Para detectar esta sobrevaloración de lo que los hombres hacen y la infravalorización de lo que las mujeres hacen, basta con pensar en ejemplos de nuestro cotidiano. Es un buen ejercicio, de cara a trabajar hacía la igualdad y para revisar nuestro sexismo, el pensar acerca de cómo valoramos las acciones dependiendo del sexo de la persona que las realiza. Si nuestro pensamiento difiere, nuestro pensamiento es sexista. Porque las acciones no deberían tener valor según el sexo de quién las realiza, como tampoco los valores pueden ser femeninos o masculinos. Los valores serán buenos o malos, según nuestro código ético/moral, pero no tienen asignación sexual."

Sin duda, es un texto a tomar en cuenta: clarifica los conceptos y pone nombre a sentimientos aprendidos a lo largo del tiempo.

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